En aquellos años en que la ruta alcanzó su cima, en el triángulo que formaban Puzzle, Barraca y Chocolate llegaban a concentrarse hasta 14.000 personas y eran habituales las interminables hileras de coches junto a las acequias y caminos del parque natural porque no cabían en los aparcamientos de las discotecas.
Luis Bonías, vinculado al mundo de la música, fue de los primeros disckjockey que pinchó en Puzzle. «Empecé con 14 años», recuerda. Bonías que también pasó por las mesas de mezclas Spook, ACTV o Barraca, rememora la música alternativa de los primeros años y la masificación posterior, con sonidos más comerciales. También recuerda como eran los domingos por la mañana en Puzzle.
«El día era parte de la fiesta, se apostaba por abrir las persianas, para que entrara la luz, había que destacar precisamente eso que era de día». «Venía gente de muchos sitios, de Alicante, de Albacete, de Madrid, pero cuando se masificó y hubo un exceso de oferta llegó el final», explica.
Fueron años de sesiones eternas que llegaron a enlazar fines de semana completos y que se iniciaron a mediados de los años 80 con el estallido de la música electrónica, modernos haces de luz, sonidos estridentes y pinchadiscos convertidos en estrellas. Una época en la que aún primaba la búsqueda de libertad en un país quetodavía se desperezaba de 40 años de dictadura.
Un modelo excesivo de fin de semana, de viernes a domingo, sin ningún tipo de control para el que hacía falta un empuje. Un terreno abonado para que las drogas camparan a sus anchas. Primero fue la mescalina, y después el speed, la cocaína o drogas de diseño como el extasis estimularon junto al alcohol los fines de semana de miles de jóvenes. «Había mucho trasiego del aparcamiento a la discoteca, eso siempre era habitual», explica otro de los disckjockey de Puzzle.
Tras el fulgor de aquellos años en los que el sonido Valencia alcanzó fama internacional, la década de los 2000 supuso el final de la ruta que atraía como un imán a miles de jóvenes hasta Sueca, el Perelló y les Palmeres todos los fines de semana.
El año 1994 marca el declive, señalan. La generalización del fenómeno del botellón, el cambio de modas y sobre todo un mayor control policial del tráfico en esa carrtera y del consumo de estupefacientes, acabaron por enterrar definitivamete la ruta destroy, un término con el que se conoció aquel modo de entender la fiesta, y que da una idea de la radicalidad con la que muchos vivieron la fiesta aquellos años.
El ocaso de Puzzle, que baja el telón con dos sesiones de fin de semana previstas para el 29 y 30 de octubre, supone el epílogo definitivo a toda una época, la de la llamada ruta del bakalao, que, como la movida madrileña en los 80, marcó un hito en su apogeo a mediados de los 90 con salas como Puzzle convertidas en una especie de catedral de la modernidad para miles de jóvenes.
La discoteca, que dejará paso a un supermercado de la marca Consum, ya hizo el primer amago de cierre a finales de 2007. La gestión cambió de manos y en los últimos años mantuvo sus sesiones en fechas relevantes pero sin una periodicidad estable. En plena decadencia, Puzzle fue adquirida por el grupo Vidal. Su propietario, Juan Vidal, tenía intención de abrir un centro comercial, pero la crisis le obligó a dar marcha atrás y finalmente será la firma Consum la que convierta el inmueble en un supermercado.
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